MALOS MALÍSIMOS DE LA HISTORIA
El zar Pedro I El Grande (1672-1725), se enteró de que su
amante, Lady Hamilton, le era infiel. Por ese motivo mandó que la decapitasen,
pero, todavía enamorado de ella, conservó su cabeza en un frasco con alcohol. El
frasco lo tuvo en su dormitorio durante muchos años para que sus otras amantes
supiesen a qué atenerse si atrevían a serle infieles.
Un tiempo después, su segunda esposa, Catalina I, le era
infiel con William Mons, caballero de cámara. Cuando Pedro I se enteró, ordenó
que fuera decapitado, de nuevo, conservó la cabeza en un frasco con alcohol y
lo colocó en el dormitorio de su esposa.
Erzsébet Báthory (1560-1614), condesa húngara, conocida como
“La condesa sangrienta”, asesinó a lo largo de su vida a 610 doncellas. Su método
era, desangrar a las chicas para después bañarse en su sangre. Según decía era
una manera segura de conservar su belleza y juventud. La condesa fue condenada
a cumplir cadena perpetua, sus colaboradores en los asesinatos fueron quemados
vivos.
Key Coubat I, sultán selyúcida, fabricó 300 tiendas de
campaña para su ejército con los testículos y escrotos de 30.000 enemigos que
habían capturado en batalla.
Menopto, faraón de Egipto, que reinó en el siglo III a. C.,
después de vencer a los sirios, mandó cortar unos 13.000 penes, más tarde se
paseó con ellos, para demostrar su victoria.
Basilio II de Constantinopla (958-1025), cuyo sobrenombre
era “Bulgaróktonos” (matador de búlgaros), en el año 1014, y para acabar con la
guerra que mantenían con los búlgaros, cegó a los 15.000 prisioneros que tenía
en su poder, a 150 de ellos les sacó sólo un ojo. Así cada 100 ciegos iban
guiados por un tuerto hacía su país.
El gobernante del país Samuel Esteban al ver llegar a su
ejército de esa manera, sufrió un ataque al corazón y murió dos días después.
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