EL CONDE DRÁCULA
Vlad Tepes III “El Empalador”, príncipe de Valaquia en el siglo XV, era hijo del difunto príncipe de Mircea, voivoda de las regiones trasalpinas, al que todos conocemos, según la leyenda y la narración, como el Conde Drácula.
Desde pequeño conoce la violencia. Ve a su padre asesinado y a su hermano mayor enterrado vivo. A él lo retienen varios años en una fortaleza turca como rehén. En ese momento el Imperio Otomano se encuentra en el auge de su poder y se extiende hasta las fronteras de Hungría.
Parece ser que, este príncipe celebraba antropófagas comidas al aire libre, rodeado de sus víctimas todavía vivas, a las que clavaba los pies y las manos en un tablero para que durase más su agonía.
Regaba cada plato con la sangre de sus torturados, ya que estaba convencido que este ritual le daba fuerza, energía y poderes sobrenaturales.
Se dedicaba a dar crueles escarmientos en las ciudades que se le resistían, llegando a mandar matar a más de 25.000 personas. Hacía decapitar a los prisioneros turcos, asando sus cabezas y dándoselas de comer a otros prisioneros.
En una ocasión, hizo hervir vivo a un gitano y se lo dio a su familia para que se lo comiesen. Un día, una de sus concubinas dijo que estaba embarazada, él, hizo que abrieran su vientre.
En 1467, Drácula es asesinado sin que se sepa exactamente quién lo hizo, si rivales locales o turcos. Fue decapitado y su cabeza ensartada en la punta de una estaca. A principios del siglo XX, su presenta tumba es abierta y la encuentran vacía, sólo se encontraron huesos de bovino.
Vivía en lo alto de un monte, conocido como Castillo Drakula (demonio en rumano), eso fue lo que sugirió el nombre de la novela y el del personaje al escritor Abraham Bram Stoker, que supo de la existencia del Conde Drácula gracias a unos documentos que encontró, parece ser, en el Museo Británico.
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