3 de agosto de 2012

MALDICIONES DEL FARAÓN AMENOFIS III


Que su nombre fuese borrado o apartado constituía la más grave amenaza que podía pesar sobre un egipcio, tanto en la vida terrena como en el Más Allá.

Amenofis III redactó una serie de maldiciones contra aquellos que osaran profanar su capilla funeraria:

“El dios reducirá sus nombres a cenizas y los hará desaparecer para siempre jamás de la tierra y del cielo… Arrojará a los culpables a la hoguera del rey en su día de cólera. Su rayo frontal vomitará la llama sobre sus cabezas, devorará sus carnes y engullirá sus cuerpos… Perecerán en el mar y sus cuerpos serán allí engullidos. No se les rendirán los horrores reservados a los justificados”…

“No se verterá para ellos, en libación, el agua del río. Sus hijos no ocuparan sus lugares. Sus mujeres serán mancilladas ante sus ojos. Los grandes no entraran en sus casas en tanto estén sobre la tierra… No escucharán la palabra del rey en la hora de su alegría. Caerán bajo el cuchillo en el tiempo de la destrucción; se les tratará de rebeldes. Sus carnes languidecerán porque pasarán hambre y no tendrán paz. Y sus carnes morirán.”

Otra fórmula de maldición, que también es de la XVIII dinastía, aparece sobre una estela conservada en el Museo de El Cairo:

“¡Oh, gracias profetas, sacerdotes, celebrantes y todas las personas que vinieren junto a mí en el transcurso de miles de años!; cualquiera que apartase mi nombre para poner el suyo, el propio dios le pagará con la misma moneda, destruyendo su estatua sobre la tierra. El que pronuncie mi nombre sobre esta estela sepa que el dios obrará en consecuencia.”

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