16 de septiembre de 2010

RITUALES DEL CACAO

El cacao por tratarse de un artículo de consumo importante, constituía la base de muchos rituales centroamericanos. El chocolate era una bebida ceremonial tanto de los aztecas como de los mayas, y se servía no sólo en banquetes sino también en nacimientos, ritos de pubertad, bodas y funerales.

Los aztecas daban de beber chocolate a sus prisioneros, pues creían que esto convertiría en chocolate sus corazones. Estos les eran después arrancados y ofrecidos a Ekchuah, el dios de los plantadores de cacao, y a otros dioses del cacao.

La plantación de los granos constituía un ritual especial. El historiador del siglo XIX, H.H. Bancroft escribió:

“Antes del plantar la semilla celebraban un fiesta en honor a sus dioses Ekchuah, Chac y Hobnil, que eran deidades patronales. Para dar solemnidad al acto, iban todos a la plantación de uno de ellos y, allí, sacrificaban un perro que tuviese en su piel una mancha del color del cacao. Después de esto quemaban incienso para sus ídolos y, luego, daba a cada uno de los funcionarios una rama del árbol del cacao”.

En estos rituales de plantación se le daba mucho énfasis a la fertilidad y dice Bancroft:

“Los mejores granos de la semilla eran expuestos a la luz de la luna durante cuatro noches. Los que labran la tierra deben dormir separados de sus mujeres y concubinas durante varios días con el fin de que, en la noche anterior a la siembra, puedan dar rienda suelta a sus pasiones al máximo, incluso se dice que ciertas personas solían ser designadas para llevar a cabo el acto sexual en el momento mismo en que las primeras semillas eran depositadas en el suelo”.

En España, consideraban que era esencial continuar con al menos algunas de estas costumbres y atribuyeron el fracaso inicial de las plantaciones de cacao en Jamaica al hecho de que los ingleses no se molestaban en ejecutar ritos de ninguna clase.

CUADRO- LA BELLE CHOCOLATIE DE JEAN ETIENNE LIOTARD

2 comentarios :

Marcela DICE

Y el cacao sí que merece rituales!
beso.

Ana DICE

Marcela si que los merece. Un beso.