ELLEN AUSTIN
El 20 de agosto de 1881, el vigía del barco de carga “Ellen Austin” divisó una goleta, a medio camino entre Bahamas y Bermudas, con aparentes muestras de abandono, aunque sin indicios de haber sufrido ningún percance. Una cosa era inquietante, el barco, no tenía nombre, la placa había sido arrancada de cuajo.
El capitán Baker ordenó acercarse a investigar y abordar el barco viendo que nadie contestaba a las llamadas desde cubierta y, a los disparos al aire que realizó.
Tanto él como el resto de marineros que subieron a bordo encontraron el barco en perfectas condiciones, ni averías, ni vías de agua. Pero tampoco cuaderno de bitácora ni ningún documento que identificara ni la nave ni su destino o procedencia.
Parecía que era un barco que transportaba madera de América Central hacia Europa. Efectivamente así era, ya que en sus bodegas se encontraba un cargamento de caoba y cedro de mucho valor.
Eso fue lo que más desconcertó a Baker, que dejaran esa carga tan valiosa abandonada. Además no había signos de violencia que apuntaran a un motín. Así que el capitán, mandó parte de su tripulación que embarcara en el barco fantasma para llevarla a puerto y reclamar la recompensa una vez que los identificaran.
Durante el primer día navegaron los dos barcos juntos, hasta que el segundo día una tormenta los separó entrada ya la noche. Cuando salió el sol, el Ellen Austin estaba solo en medio de la inmensidad del océano. Empezaron la búsqueda, pero no encontraron ni rastro de él. Al final del tercer día, Baker vio en su catalejo la silueta de la goleta en el horizonte.
La historia se repitió. Les hicieron señales, dispararon al aire, pero nadie contestaba. Cuando lo abordaron, encontraron de nuevo lo mismo que la primera vez, la tripulación se había esfumado como por arte de magia. Ni siquiera había tocado las provisiones.
Baker decidió volver a intentar llevar el barco maldito a puerto. Organizó una nueva tripulación, ninguno de sus marineros se atrevía a navegar en él, después de superar esos problemas las naves volvieron a navegar juntas con la orden de no separarse bajo ninguna circunstancia del Ellen Austin y de abandonar la goleta inmediatamente en el bote salvavidas si sucedía algo anormal.
Los dos días siguientes fueron tranquilos y los ánimos de todos se fueron calmando. De repente empezó a llover y una fina niebla envolvió a los barcos. Poco a poco, la goleta empezó a quedarse rezagada y a separarse del Ellen Austin, aunque se mantenía a la vista. De pronto la niebla espesó y perdieron totalmente el contacto visual, viraron inmediatamente para ir a buscarla, durante unos instantes llegaron a divisar las luces de la goleta durante unos minutos.
La goleta no apareció. En respuesta a los gritos de los marineros del Ellen Austin y los disparos al aire sólo obtuvieron un silencio sepulcral.
Horas más tarde, cuando la niebla se disipó, no encontraron ninguna prueba de la existencia de la goleta ni de ninguno de sus tripulantes.
2 comentarios :
Las historias de este tipo me encantan. Y ésta es interesantísima.
Gracias, Ana.
Merce si que son interesantes y misteriosas. Un beso.
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