EL NACIMIENTO DEL GÓTICO

El origen de la construcción de catedrales y del arte gótico, empezó en la abadía de Saint-Denis, cerca de Paris, y fue gracias a uno de sus más importantes abades, Suger, que estuvo al frente de esta abadía entre 1122 y 1151. La abadía tenía una basílica de la época carolingia que Suger decidió reconstruir para ponerla a la altura del prestigio que había adquirido Saint-Denis, que se había convertido en el panteón de los reyes de Francia desde el siglo anterior.

En 1144 después de levantar una nueva fachada, consagró la cabecera de la basílica. Esto fue lo que inició el arte gótico, Suger encargó a un arquitecto anónimo que la dotara de amplios ventanales para dejar pasar torrentes de luz. Desde ese momento los arquitectos medievales empezaron a utilizar soluciones arquitectónicas que permitieran abrir los pesados muros para poner grandes ventanales.

Suger defendía la idea de Platón de que la luz estaba en relación con la divinidad. Por eso, la casa de Dios, tenía que ser el templo de la luz. La catedral tenía que cumplir todas las premisas de la ciudad de Dios, ser a la vez grande, simétrica y proporcionada.

La basílica de Saint-Denis fue un modelo a seguir, a lo largo del siglo XII se agregaron diversas creaciones que configuraron un nuevo estilo arquitectónico.

El arte ojival o apuntado, los contrafuertes y los arbotantes permitían descargar los pesados muros de piedra y abrir casi por completo las paredes. Ciudades y obispados iniciaron una carrera para construir la catedral más alta, más larga y más ancha. De esta competencia han quedado las maravillosas catedrales de Chartres, Reims y Amiens.

El nuevo estilo traspasó las fronteras de Francia y dejaron entre otras las catedrales de Estrasburgo y Colonia en Alemania, las de Burgos, León o Palma de Mallorca en los reinos hispánicos, o la de Milán ya en el siglo XIV.