EL CRÁNEO DE RICHILIEU
El cráneo de Richelieu tuvo problemas de autenticidad desde el principio, por los malos tratos de que fue objeto la momia durante la Revolución, despedazado por la multitud.
Un hombre llamado Cheval, sombrerero de la calle de la Harpe, fue el primero en poner su sacrílega mano sobre los restos de Richelieu, le robó la cabeza. Después fue a parar a manos de un abate llamado Armez, el cual temiendo ser castigado durante la reacción que siguió a la caída de Robespierre, se la ofreció al propio duque de Richelieu, descendiente del Cardenal, sin obtener respuesta.
Parece ser que la cabeza no estaba entera, pues de ella se había sustraído el hueso occipital, como también en la época del Terror fueron robados varios dedos de una de sus manos, que fueron a parar a un rincón de una de las salas de la Sorbona.
En 1866 Francia decidió dar al famoso resto el reposo definitivo y se procedió a la apertura y al examen oficial, extrayéndolo del cofre donde se guardaba, en presencia del ministro de instrucción Pública Raymond Poincaré y de otras personalidades.
La cabeza apergaminada, había pasado del tono amarillento al negro por la emulsión con que se le había protegido para preservarla de los insectos. La perilla, que aún conservaba, aparecía asimétricamente cortada con un golpe de tijera. Esto era una prueba de autenticidad, pues parece ser, que en sus últimos días se le había recortado la barba porque los líquidos de los medicamentos que le suministraban se derramaban sobre la barbilla.
En 1884 parece ser que el hueso occipital que faltaba para completar el cráneo estaba en poder de un editor llamado Dentu, y fue encontrado al morir éste y hacerse el inventario de sus bienes.
El cuerpo no se sabe si en 1793, en el furor de los vándalos, fue a parar a una fosa común o si fue devuelto a su féretro, totalmente destrozado por la multitud, debió quedar pronto reducido a cenizas.
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