20 de enero de 2010

EL DESPERTAR DE LUIS XIV

La jornada en el Palacio de Versalles empezaba en el momento de levantarse el soberano, una ceremonia muy especial que llevaba por nombre “Le Lever du Roi” (el despertar del rey).

En invierno, el monarca se despertaba a las ocho y media de la mañana. En ese momento el Ayuda de Cámara, que había dormido a los pies de su cama, le susurraba; "Señor, es la hora". Entonces entraban el Primer Médico y el Primer cirujano para informarse de la salud del rey, a la vez, se daba paso a los miembros de la familia real. Cuando cuñados, hermanos, tíos y demás parientes rodeaban la cama, el Primer Gentilhombre de Cámara descorría el dosel de la cama y le ofrecía la pila de agua bendita y su libro de oraciones, con el que el rey rezaba durante un cuarto de hora. Todos de pie y con la mirada baja, acompañaban este acto religioso.

A continuación empezaba, en presencia de todos, “El Petit lever”, el rey salía de la cama, se ponía una bata y se sentaba en un sillón, donde un barbero lo peinaba, y cada dos días le afeitaba.

Al mismo tiempo entraban ministros y otros servidores, hasta llegar a reunirse unas cuarenta personas. Luego el soberano pasaba a un salón contiguo, donde tomaba el desayuno (probado primero por un sirviente) y se vestía ayudado por los cortesanos.

Era el momento del “Grand Lever” al que asistían todos aquellos que, mediante complicadas maniobras, habían conseguido una licencia para asistir a ese momento y que el rey se fijara en ellos y poder obtener un favor.

Mientras se vestía, rodeado de los elegidos, la mirada del rey planeaba sobre el nutrido grupo, una ceja fruncida, una media sonrisa, una palabra (nadie podía dirigirse a él, si él no lo hacía), hundían o salvaban.

Por último, el rey volvía a su dormitorio, se arrodillaba ante su sillón y rezaba durante otros quince minutos, ahora en compañía de los clérigos y los nobles, entre ellos se encontraba “El Gran Limosnero”, que era quién dirigía la oración en voz alta.

Después de cumplir ese deber, el monarca iniciaba su jornada de trabajo.

6 comentarios :

Merce DICE

Cuando terminaba de hacer todo eso sería casi la hora de acostarse, no???

Con el careto con el que me levanto yo por la mañana iba a dejar que entrara alguien...

Besos, Ana.

enrique DICE

Eso era protocolo!!

enrique DICE

Aunque nada, absolutamente nada comparable con la etiqueta de la corte de los austrias hispanos. Ese protocolo borgoñón que impusieron fue insuperable.
Ver si no la biografía de Felipe II del hispanista germano Ludwig Pfandl.

Ana DICE

Merce que pereza me da sólo de pensarlo.
Un beso.

Ana DICE

Enrique gracias por la recomendación, será cuestión de leerla.
Un beso.

Ana DICE
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