MODA FEMENINA EN EL SIGLO DE ORO
La moda femenina en el Siglo de Oro se caracterizó por la adopción del “guardainfante” que era una especie de armadura, formada por aros de hierro, cuerdas, ballenas y otros adimentos que daban volumen y solidez a este aparato originario de Flandes y creado para disimular y proteger el embarazo.
Sobre el guardainfante se colocaba la pollera, llamada así por su parecido con el cesto en el que se criaban los pollos. Algunas mujeres se ponían encima el “verdugado”, otro armazón en forma de campana y que servía para ensanchar las caderas.
Encima se llevaba una amplia falda exterior llamada “basquiña”, si estaba abierta por delante se llamaba “saboyana”. Otras variedades de las faldas exteriores eran el “zagalejo”, el “mantero”, la “sarga” y el “guardapiés”. El talle se ajustaba con un apretador acompañado de un corsé llamado “emballenado”. Durante el reinado de Felipe IV se pusieron de moda los escotes armados con ballenas y cartones, muy exagerados hasta el extremo de prohibirse en el año 1639, solo podían llevarlos las prostitutas.
Las telas eran muy variadas: el “contray”, de procedencia flamenca, el “chamelote” de seda gruesa; el “Armesí y el tabí”. El tejido más elegante era el brocado, que era tan caro que cayó en desuso a mediados del siglo XVII. También se utilizaba mucho el terciopelo de Granada o Toledo.
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