26 de noviembre de 2014

ORIGEN DE LOS ALFILERES


El alfiler se conoce desde hace miles de años. El hombre primitivo los usaba y estaban fabricados con espinas de pescado, o astillas de madera. Hace cuatro mil años, los sumerios los elaboraban de hueso o de hierro, eran unos alfileres con cabeza rectos y también conocían las agujas con ojo, las de coser. Los alfileres los conocieron todas las civilizaciones del mundo antiguo; los babilonios, asirios, persas, indios, chinos.

Los egipcios utilizaban unos alfileres muy sencillos, una especie de espigas puntiagudas rematadas por una cabeza formada por una varilla metálica retorcida, para su fabricación se usaba el bronce y el hierro. Entre los ajuares funerarios se han encontrado alfileres de oro, de marfil y de plata cuya finalidad era ser utilizado como joya.

En la Grecia clásica y después en Roma eran muy populares, y fue en ese momento cuando se generalizó su uso. Hombres y mujeres sujetaban sus túnicas a la altura del hombro con un alfiler o fíbula (imperdible). En Roma además se utilizaban para sujetar los adornos en el pelo. Con el tiempo también se utilizaron como refinadas joyas, hubo alfileres e marfil o bronce en forma de estiletes largos, de hasta quince centímetros, con los que las señoras se adornaban el cabello o sus vestidos. Los artistas orfebres encontraron en los alfileres motivos para poder plasmar su arte. Los fenicios fabricaban grandes alfileres de oro rematados con la imagen de alguna diosa.

Los alfileres también tenían otros usos. Se cuenta que algunos alfileres griegos y romanos disponían de una pequeña cavidad en cuyo interior contenía veneno, Cleopatra tenía varios. Algunas damas romanas los utilizaban para castigar a sus esclavos, se supone que pinchándolos con ellos. Dicen que Flavia, la mujer de Marco Aurelio, acribilló la lengua de Marco Tulio Cicerón, cuando ya decapitado tenía su cabeza entre sus rodillas. Según cuenta Lucio Apuleyo, una dama romana vengó la muerte de su esposo atravesando con dos alfileres los ojos de su asesino.

También sirvieron para guardar esencias y perfumes. En la Edad Media los contratos matrimoniales de la nobleza estipulaban la cantidad de la asignación económica del marido a la mujer para que ella adquiriera alfileres. A esa clausula se la llamaba “dinero de alfileres”. Los alfileres eran una pieza principal en el ajuar de los recién casados. En 1347, una princesa francesa, tenía más de doce mil alfileres, una fortuna. A finales de la Edad Media, el gobierno inglés ordenó que para evitar que los fabricantes especularan con los alfileres, debían ponerlos a la venta en unos días marcados por las autoridades. La gente compraba alfileres y luego los revendía a mayor precio.

En 1626, John Tilsby, instaló en la ciudad inglesa de Gloucestershire una fábrica de alfileres. Eran unos alfileres de una sola pieza, con cabeza incorporada. Dos siglos después, en 1824, se patentó, también en Inglaterra, una máquina automática de fabricación de alfileres.

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