HISTORIA DEL LAVAVAJILLAS
En 1880, Josephine
Cochrane la esposa de un político de Illinois, y nieta de Jhon Fitch, el
inventor del barco de vapor, harta de que sus vajillas y cristalerías al ser limpiadas
por el servicio se dañaran y disminuyeran después de sus numerosas fiestas, se
decidió a diseñar una maquina de lavado que tuviera más cuidado que sus
sirvientes.
En su casa, en un
cobertizo, empezó a realizar pruebas, hasta que consiguió inventar y fabricar
un prototipo formado por unos cestos que daban vueltas alrededor de una rueda
sumergida en una caldera de agua caliente. Un motor bombeaba agua jabonosa
sobre la vajilla, y hacia girar la rueda. Este “lavavajillas” se hizo popular y
algunos directores de hoteles y restaurante encargaron el modelo.
Josephine presentó la
patente en el año 1886, pero se llevó una sorpresa al comprobar que 36 años antes,
Joel Houghton, ya había patentado una máquina que servía para lo mismo, pero
debido a su complicado montaje hizo que este primer lavavajillas fuese
totalmente impensable realizarlo. Así que Josephine tuvo suerte, tiempo después
funda una empresa dedicada a fabricarlas y venderlas.
Después de años de
intentos y reticencias por parte de los posibles compradores y muchos otros
problemas, la empresa y después las de la competencia, consiguieron que el
lavavajillas fuera aceptado por las familias estadounidenses y más tarde por
las de todo el mundo.
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