PUBLIO VIRGILIO MARÓN Y SU MOSCA
Cuentan que Publio Virgilio Marón (70-19 a. C.), autor de la Eneida, sufragó, en cierta ocasión, el funeral de una mosca, según decía, era su mascota querida.
La ceremonia se celebró en su residencia romana del Monte Esquilino. Una orquesta acompañó a las plañideras, que acompañaban al cortejo fúnebre.
Muchas personalidades de la época acompañaban a la difunta mosca, entre ellas Mecenas, protector de Virgilio, que incluso compuso unos poemas en honor de la difunta, que leyó durante el funeral.
El cadáver de la mosca fue enterrado en un mausoleo, especialmente construido para la ocasión. Estos funerales le costaron a Virgilio 800.000 sestercios.
Claro que esta historia tenía truco; Virgilio, que estaba al tanto de un decreto que iba a ser publicado por el triunvirato que gobernaba la república romana, formado por Octavio, Marco Antonio y Lépido, por el cual se confiscarían las propiedades de los terratenientes para hacer parcelas y dividirlas entre los soldados veteranos.
Esta reforma no incluía los terrenos que tuvieran tumbas, ya que se consideraban sagrados. Cuando esta ley se puso en marcha, Virgilio pidió la dispensa de su propiedad por estar en ella el mausoleo de su mosca, y le fu concedido sin inconvenientes.
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