24 de marzo de 2012

SÓCRATES Y LA CICUTA


Existía en Atenas toda una farmacología destinada a los condenados. En el caso de los condenados a muerte, el “beber la cicuta” era un suplicio reservado a los presos de delitos especiales, sobre todo políticos. Esta clase de ejecuciones, se reservaban a los grandes señores (decapitación), otros suplicios más denigrantes se infligían a los presos con delitos comunes (descuartizamiento, crucifixión).

Según parece Los ingredientes de ese “zumo” que suministraban eran; cicuta que producía una muerte rápida y sin dolor y, opio que era el encargado de impedir los vómitos, las convulsiones y los calambres que acompañaban a la intoxicación por cicuta. No siempre daba resultado con la primera dosis y había que repetir la toma dos o tres veces.

Sócrates fue uno de los que murió tomando ese bebedizo mortal. Para que el efecto fuera más rápido, se le aconsejó ponerse al sol y que tomase el veneno después de una buena comida, parece ser que la droga actuaba a través de la sangre, y una persona en ayunas y más aún anémico estaba insensibilizado.

El veneno iba mezclado con vino. Cuando Sócrates lo había tomado, el verdugo le aconsejó que paseara hasta sentir que se le dormían las piernas y que se acostara luego. Así lo hizo. Cuando los efectos se empezaron a sentir, el verdugo apretó los pies y las piernas de Sócrates, preguntándole si sentía algo, él dijo que no.

De pronto le sobrevino un enfriamiento del cuerpo, y la mirada fija, síntomas fatales, ya que revelaba una muerte próxima, y así fue.

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