POSICIONES DURANTE EL SUEÑO I

POSICIÓN PLENAMENTE FETAL- La persona se encuentra tendida de lado, con el cuerpo recogido sobre si mismo, las piernas dobladas y las rodillas apuntando hacia arriba, como intentando rozar el mentón. Todo el cuerpo está encogido, como una pelota. Es posible que esta posición doblada se curve alrededor de un objeto, por ejemplo una almohada, que sirva de nucleo.

Eso significa que la persona que duerme en esta posición no ha logrado abrirse y exponerse a los acontecimientos de su vida. Es una persona que duerme y vive como un capullo fuertemente cerrado que no ha querido abrirse. Se niega a exponerse a la plena y abierta experiencia de las alegrías y dificultades de la vida.

Las personas que adoptan la posición plenamente fetal suelen tenderse en las esquinas de la cama, normalmente en las esquinas superiores, que miran al exterior. En el mundo diurno, igual que en la posición del sueño, estas personas tienen una necesidad de protección y de disponer de un núcleo central a cuyo alrededor puedan organizar sus vidas y del que puedan depender. Se agarran con todas sus fuerzas a unas relaciones de dependencia que les dieron seguridad en los primeros años de su vida.

POSICIÓN PRONA- Acostados boca abajo en la cama, con los brazos extendidos por encima de la cabeza y las piernas estirada con los pies ligeramente separados.

Estas personas sienten una necesidad de permanecer en contacto con su mundo inmediato. Si no pueden dominar el espacio de la cama, se sienten vulnerables. Es como si, controlando el espacio de su cama pudieran dominar todo el mundo del sueño, protegiéndose contra las sorpresas que puedan acecharles en su viaje por el mundo de los sueños.

La gente que duerme en esta posición no les gusta lo inesperado, organizan sus vidas de manera que puedan evitarlo. Llegan casi siempre puntuales a sus citas y se molestan si otras personas llegan con retraso. Son muy quisquillosos, pulcros, y meticulosos. Si no pueden llevar a cabo sus tendencias dominadoras, se esfuerzan en lograr que el mundo se acomode a sus propios dictados, evitando con ello cualquier incertidumbre.