LAS PERVERSIONES DE TIBERIO

La mayoría de historiadores no dan como verdaderas las actividades que Tiberio Julio César, Emperador Romano(14-37) desarrolló cuando se retiró a Capri. Tácito y Suetonio están de acuerdo en las perversidades que cometió, y que han conseguido levantar una leyenda negra en torno al Emperador.

Algunas de ellas cuentan que, recién llegado a la isla de Capri, un pescador quiso obsequiarle con un gran salmonete recién pescado, pero se presentó por sorpresa habiendo subido lo más escarpado del acantilado de Villa Jovis, una de las residencias de Tiberio.

Fue tan enorme el susto que se llevó el Emperador, que mandó restregarle el pez por la cara. Al escuchar que el pescador daba las gracias por no haberle ofrecido una langosta, mandó buscar al animal, con el que le desgarró el rostro. Era muy raro el día que no se permitía disfrutar con las torturas más refinadas que acababan con la muerte de las víctimas.

Sentía una especial inclinación por arrojar a las personas desde lo alto del precipicio rocoso al mar, donde si no habían muerto se las remataba a golpes de remo. Se le acusaba también de no ser moderado con la bebida y la comida, y de orgías en las que normalmente se llevaban a cabo aberraciones sexuales. Suetonio cuenta que cometía en el baño obscenidades con niños para reavivar sus deseos apagados, y que en sus habitaciones privadas había reunido una gran colección de pinturas obscenas de artistas griegos.