LA MISIÓN EN IBERIA DE HÉRCULES
Uno de los doce trabajos de Hércules contados por la
mitología griega es el del décimo encargo que recibió del rey Euristeo; el de
robar los bueyes de Gerión, un gigante de tres cuerpos que vivía en la isla de
Eriteia, en un mar más allá del Mediterráneo.
En su viaje para llegar a esa isla, Hércules atravesó África. Agotado por el calor, empezó a disparar flechas a helios, el dios del sol, que le dio una copa mágica con la que cruzar el mar. Al llegar al final del Mediterráneo y no poder ir más allá, Hércules separó la tierra entre el continente europeo y el africano, creando así el estrecho de Gibraltar. Y creó unas columnas conmemorativas de su hazaña a cada lado del estrecho.
Después, navegando en la copa, llegó hasta la isla. Según cuenta
Herodoto, la isla se encuentra cerca de Gadeira, ciudad situada más allá de las
Columnas de Heracles, a orillas del océano. Un poeta del siglo VI a. C., Estesícoro
de Hímera, ya se refirió en la Eriteia, junto a los manantiales inagotables, de
raíces de plata, del río Tartessos, en la gruta de una peña.
Una vez cumplido su reto, a Hércules le quedaba un trabajo
muy complicado; arrear el ganado robado. En su camino tuvo que cruzar, con gran
peligro, la península ibérica.
Cuenta Diodoro Sículo que Hércules consiguió huir
atravesando la región de los íberos, gracias al apoyo de uno de los reyes del
lugar, al que Hércules le regalo algunos bueyes, los cuales pasaron a ser objeto
de adoración desde entonces. En su camino de vuelta, dicen que cruzó Abdera, ciudad
fenicia (actual Adra, Almería).
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