HISTORIA DEL LAXANTE
Los habitantes del neolítico llevaban una dieta rica en
fibra, de esa manera su tránsito intestinal era perfecto. Las civilizaciones
posteriores se fueron volviendo más sedentarios, lo que hizo que tuvieran
dificultad para evacuar el intestino.
Tuvieron que tomar medidas y entre los primeros remedios
contra el estreñimiento fue purgarse. El primer purgante conocido se fabricó en
Mesopotamia, de donde lo habían traído los egipcios. Se extraía de la raíz del
ricino, el resultado era un aceite que, además de servir como purgante se utilizaba
como loción para la piel. La escasez de raíz de ricino provocó que se buscaran
otras soluciones. Los asirios elaboraron hace más de tres mil quinientos años
un laxante muy recomendado por los médicos; el salvado.
Poco tiempo después empezaron a utilizarse laxantes salinos,
que aportaban gran cantidad de agua al intestino. En Grecia y en roma, se
mezclaban los laxantes existentes con miel y corteza de limón, que facilitaban
la digestión , además de ser más fáciles de tomar por su buen sabor.
El laxante como lo conocemos en la actualidad, vino de la mano de un farmacéutico húngaro llamado Max Kiss en el año 1905. Mezcló el laxante con chocolate lo que le proporcionó un gran éxito en Norteamérica, lo que le dio una gran fama. Lo llamó Ex-lax (excelente laxante) y lo vendían por las calles los buhoneros y charlatanes, más tarde se vendía en boticas. Se llegó a una producción de quinientos treinta millones de dosis al año.
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