18 de julio de 2023

LAS MUJERES DE WEINSBERG

 

En tiempos del emperador Conrado III (1093-1152), el Sacro Imperio Romano Germánico estaba roto por las luchas entre güelfos y gibelinos.

En 1140, el emperador puso sitio a la pequeña ciudad bávara de Weinsberg, y, furioso por la tenaz resistencia, juró destruirla en cuanto la tomara. Desvió el curso del río que surtía agua a la ciudad, e hizo que sus soldados impidieran el paso de las aves sobre el caserío, de manera que sus habitantes murieran de hambre. Estos se negaron a rendirse, pero, al cabo de unos días, la sed mataba a la población.

Al final, los sitiados prometieron rendirse si eran tratados con benevolencia. Conrado III accedió a respetar la vida de las mujeres de la ciudad, permitiendo que se marcharan con todo lo que pudieran llevar con ellas.

Cuando al día siguiente se abrieron las puertas de la muralla, las mujeres salieron en un gran cortejo, pero dejaron atónito al emperador, pues no iban cargadas con sus posesiones, como él esperaba. Cada mujer llevaba a su espalda el peso de su marido, hijo o padre.

El emperador quedó tan sorprendido por tanta nobleza que perdonó la vida a todos los habitantes de Weinsberg.

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