RELOJ DE FLORA

Decía Plinio que “cada planta obedece a la luz que le da”. Así las flores se abren y se cierran a la misma hora cada día, según la tierra en que nazcan y la humedad o sequedad que reciban. Todas juntas forman un reloj que jamás se para si no es cuando la flor muere.

A todas esas plantas que señalan cada una su hora de abrirse se le llama desde muy antiguo el “Reloj de Flora”. Carl Von Linneo (botánico sueco) fue quién primero ordenó este reloj, lo hizo de la siguiente manera:

MAÑANA

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A la una, abre su flor la virularia y el cobalto de India.

A las dos, el pico de cigüeña y el alambrillo.

A las tres, la corregüela mayo.

A las cuatro, la barba cabruna.

A las cinco, la achicoria y el zambapalo.

A las seis, la maculata, el azafrán y la flor de lis.

A las siete, el nenúfar blanco y la azucena.

A las ocho, el anagálide.

A las nueve, las corolillas del clavel y los capítulos de la hierba del podador.

A las diez, la hierba de la plata y la manférida.

A las once, la leche de gallina, la malva y la querencia.

A las doce, el algazul y la lechetrezna.

TARDE

A la una, la hortensia y el ajonjolí.
A la dos, el cardo borriquero y la rosa de té.
A las tres, la dalia y la cola de caballo.
A las cuatro, la espuela de galán y la zulla.
A las cinco, el dondiego y la almibarilla.
A las seis, la hipomea, el jazmín y la pezuña de buey.
A las siete, el amor de hombre, la prímula y el espejuelo de rio.
A las ocho, la cereza de yucatán, la adomidera, el madroño y el pensamiento.
A las nueve, la malvarrosa, la hierbaluisa y la menta capuchina.
A las diez, la madreselva y la buganvilla.
A las once, el lirio y la margarita de coral.
A las doce, la begonia, el mirto, el crisantemo y el hinojo.