25 de noviembre de 2011

BABILONIA


Babilonia vivió su época de mayor esplendor bajo el reinado de Nabucodonosor II, hijo del fundador de la dinastía, Nabopolasar, que puso fin al dominio asirio. Nabucodonosor II dió un gran impulso a la actividad comercial y constructora, centrada en los templos, que se convirtieron en las unidades sociales y económicas principales de la vida del país.

La ciudad abarcaba un recinto de 16 kilómetros cuadrados. Estaba edificada a orillas del río Éufrates y rodeada por un doble recinto amurallado. El exterior tenía una longitud de 18 kilómetros, compuesto por dos muros, un foso y unas 200 torres. En los exteriores se encontraban zonas con jardines y huertos. En este espacio había dos edificios oficiales, el palacio de verano de Nabucodonosor y el templo del festival del Año Nuevo.

A la ciudad se accedía a través de 8 puertas que llevaban el nombre de una divinidad. La más conocida era la de Ishtar que daba acceso a la vía procesional, y a la zona donde se encontraban los palacios y santuarios principales en la orilla izquierda del río.

La vía procesional estaba rodeada por muros. Esta calle tenía 900 metros de longitud y 24 metros de anchura. En la vertiente nororiental se levantaba una gran edificación formada de estrechos corredores y cámaras abovedadas, identificados como los jardines colgantes, construidos por Nabucodonosor para complacer a su esposa, la princesa meda Amitis, para que no tuviera nostalgia de su tierra natal.

La vía conducía hasta el corazón de la ciudad, donde se encontraban algunas de las construcciones más importantes como el Etemenanki, que era un zigurat (forma de torre o pirámide escalonada) de dimensiones gigantescas cuyo nombre significa “Templo del Cielo y de la Tierra”. Otro de los monumentos era el Esagila (Templo que levanta su cabeza), estaba dedicado a Marduk, constaba de varios edificios con espaciosos patios y tenía en su interior una estatua de oro del dios.

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