PASSIFLORA
El nombre científico Passiflora (Pasionaria) deriva de los vocablos latinos “pasio” (pasión) y “flos” (flor), significando por tanto flor de la pasión. Estas plantas se llaman también “”disparos de mayo” para indicar el disparo con que se abren los capullos, como si explotasen.
El simbolismo de estas flores recuerda la “Pasión de Cristo” y a menudo los misioneros se han valido de su misteriosa belleza para ilustrar los momentos más importantes de la Crucifixión.
En una descripción que se remonta al año 1610 y esta firmada por Giacomo Bossio, autor de un tratado sobre la Crucifixión, se lee que las matizaciones rojizas que caracterizan pétalos y filamentos de la pasionaria recuerdan la sangre de Cristo, la columna de la flagelación surge en el centro de la flor y, sobre ella, se encuentran los clavo, mientras que la corona de espinas está representada por la corona de filamentos, que son 72, la misma cantidad que las espinas formaban la corona de la Crucifixión.
La zona central está surcada de color amarillo por cinco manchas rojas que simblizan las cinco llagas del Señor. La esponja empapada de hiel está representada por cada estambre con su filamento. Ademá la hojas están formadas como la punta de la lanza y sobre su envés se encuentran manchas claras que recuerdan lo treinta denarios.
En muchos países se cultivan para la recolección de los frutos, llamados granadillas o barbadines, que se utilizan para la preparación de bebidas y mermeladas, que se tienen que tomar frescas. Su sabor es un poco ácido. De la especie Passiflora Edulis se obtiene el maracuya o fruto de la pasión.
En medicina se utiliza para depresiones, insomnio, fatiga, palpitaciones, migrañas, úlcera gastroduodenal, vértigo, dismenorrea, tos nerviosa, etc.
2 comentarios :
Hace más de veinticinco años, Ana, tuve la oportunidad de probar por primera vez el maracujá; fue en Portugal, concretamente cerca de Estoril, durante un viaje a casa de unos familiares. Por aquel tiempo había muchos pequeños restaurantes de "retornados", portugueses que tras la independencia de las colonias habían regresado más o menos precipitadamente a Portugal y habían abierto establecimientos de hostelería con comidas típicas de sus lugares de procedencia; en uno de ellos, tras la comida, me llamaron la atención, en un cesto sobre una mesa, unas frutas curiosas y desconocidas para mí hasta entonces. Como respuesta a mi curiosidad, el dueño del local amablemente cogió una, la cortó por la mitad, me la ofreció con una cucharilla y pronunció su nombre, maracujá; exótico fue para mí su nombre y su sabor, y aún hoy los recuerdo con deleite.
Mil saludos.
Profedegriego la verdad es que no es de mis sabores preferidos. Un beso.
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