MILITARES ESPARTANOS
La fama militar de los espartanos no tenía comparación en Grecia. Entrenados de muy jóvenes para la guerra, los ciudadanos de Esparta (espartistas) hacían de la milicia su única actividad, pues la supervivencia de su patria, al tener conquistada Mesenia (suroeste del Peloponeso) y mantener como siervos a los hilotas (cultivaban las tierras de Laconia para sus amos), dependía de su poder bélico.
Por esta razón resultaban sumamente terribles para el resto de los griegos, “vencer o morir” esa su lema.
Varias anécdotas sucedieron en la Batalla de las Termópilas que prueban esa fama:
Un espartiata, oyó decir que los arqueros persas tapaban el sol con la cantidad de flechas que disparaban y se rió con la noticia, pues así combatiría a la sombra y no a pleno sol.
Cuando Jerjes I (rey de Persia) envió un espía para saber cuántos enemigos había, el emisario vio a los espartanos realizando ejercicios gimnásticos y peinándose el cabello, decididos a permanecer en sus puestos, estaban purificando su cuerpo antes de entrar en combate para que se hallara en equilibrio con su espíritu, ajeno al materialismo terrenal.
No había justificación para que un espartano no compartiera la suerte de sus compañeros, ni siquiera la enfermedad. De los 300 enviados a las Termópilas sólo hubo dos supervivientes; uno víctima de una oftalmía, a su regreso a Esparta le pusieron el apodo de “el temblón”. El otro, encargado por Leónidas (rey de Esparta) de una misión en Tesalia, no llegó a tiempo para la batalla y se suicidó por el desprecio del que fue objeto.
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