DIAMANTES
Se dice que no existe nada más duro que el diamante. A nivel industrial, se utilizan puntas de diamante para tallar y perforar superficies extremadamente resistentes.
Pocas piedras preciosas han acumulado tantas leyendas como el diamante, y su valoración se remonta a tiempos de los asirios y los sumerios. En la Biblia se habla de él, y griegos y romanos lo distinguían de los demás por su belleza y su poder como amuleto, por esta razón no faltaba en ningún ornamento. Fue tanta su fama que sus virtudes y defectos se difundieron popularmente.
Parece ser que los primeros diamantes tienen su origen en la India hace por los menos 3000 años. Los antiguos griegos creían que los diamantes eran trozos de estrellas. Algunos incluso decían que eran las lágrimas de los dioses. Otra leyenda habla de un valle inaccesible en Asia Central tapizado con diamantes, del que se decía que estaba protegido por aves de rapiña en el cielo y por serpientes venenosas en la tierra.
Algunas de estas gemas forman la lista de los 10 diamantes más caros del mundo. Cada uno de ellos tiene su propia leyenda, y todos han sido bautizados con nombres propios. Los más célebres son; el Cullinan y el Koh-iNor.
Este último, dotado de poderes beatíficos, suele ser empleado por los espiritistas para comunicarse con el más allá, dado que se le asignan poderes sobrenaturales.
La historia del Diamante Cullinan es reciente: el 25 de enero de 1905, Papa Wells, que era gerente de área de la mina Premier en Transvaal (África del Sur), inspeccionando el lugar, vio un brillo amarillo en un lado de la pared de la mina, empezó a excavar, extrayendo de la tierra el diamante que pesaba poco más de medio kilo. 3.106 quilates en su estado bruto y su fama se debe a que es el diamante más grande encontrado en el mundo.
La piedra se puso en la caja fuerte y el presidente de la compañía minera, sir Thomas Cullinan, fue informado. El enorme diamante bruto se transportó en aquel momento en un vagón de mula a la estación de tren de Johannesburgo Premier. Aunque la piedra fue el fenómeno del mercado de diamantes de Londres, durante 2 años nadie quiso comprarla. Finalmente fue comprada por el gobierno de Transvaal.
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