LOS ROTERS Y SUS BARRACAS
Después de la conquista de Mallorca por el rey Jaume I, la isla se repartió entre los conquistadores, los rafals y las alquerías musulmanas pasaron a nuevos propietarios que tuvieron que limpiarlas de maleza para aprovecharlas para el cultivo.
A partir del siglo XIV aparecen los primeros “roters” que eran payeses sin tierra, o que disponían de poca y que necesitaban más recursos para poder sobrevivir, o llevar una vida digna sin tener deudas.
Los grandes propietarios dejaban trozos de tierra a estos payeses para poder limpiarlas de garriga y de piedras.
A cambio los “roters” pagaban al propietario el diezmo que consistía en entregar una gavilla de trigo de cada diez, a veces era uno de cada seis u ocho.
Los roters con las piedras que extraían, cerraban la “rota” de pared seca y construían su propia barraca, que servía de vivienda temporal al roter y a veces a su propia familia, en ocasiones se compartía con animales de tiro, y eran mitad establo mitad habitación.
En la barraca no faltaba el hogar de la chimenea, un lugar para guardar el pan resguardado de la voracidad de las alimañas y ratones, un sitio para el cántaro de agua, a veces, junto a la barraca se encontraba un horno de cocer pan.
A partir del siglo XIV aparecen los primeros “roters” que eran payeses sin tierra, o que disponían de poca y que necesitaban más recursos para poder sobrevivir, o llevar una vida digna sin tener deudas.
Los grandes propietarios dejaban trozos de tierra a estos payeses para poder limpiarlas de garriga y de piedras.
A cambio los “roters” pagaban al propietario el diezmo que consistía en entregar una gavilla de trigo de cada diez, a veces era uno de cada seis u ocho.
Los roters con las piedras que extraían, cerraban la “rota” de pared seca y construían su propia barraca, que servía de vivienda temporal al roter y a veces a su propia familia, en ocasiones se compartía con animales de tiro, y eran mitad establo mitad habitación.
En la barraca no faltaba el hogar de la chimenea, un lugar para guardar el pan resguardado de la voracidad de las alimañas y ratones, un sitio para el cántaro de agua, a veces, junto a la barraca se encontraba un horno de cocer pan.
2 comentarios :
Pues me quedé sin verlos...
Pues que pena...
Un beso.
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