12 de agosto de 2008

DERVICHES DANZANTES O GIRÓVAGOS

Estas danzas siguen un ritual que simboliza la transformación progresiva que se produce en el enlace místico del hombre con Dios, a mediados de este siglo estaban prohibidas.

Cada gesto y cada movimiento tiene un significado sacro, así como los vestidos, el blanco es el color del luto, la capa negra la tumba, el gorro alargado la lápida.
De esta forma se intenta renunciar a la vida, a la vida terrena, mediante un recordatorio constante de la muerte.

El Sheji (la persona que canta y recita) es el sucesor de Meviana (filósofo y místico islámico, fundador de la orden de los Derviches Danzantes o Giróvagos), y se diferencia por su banda negra. Este representa lo extremo, el lugar de la fusión de lo transitorio y lo inmortal.

Los mevlevis, celebran su rito entonando repetidamente el denominado zikr, es decir, un enunciado corto, que se repite constantemente al tiempo que van dando vueltas con la danza denominada Sama y que conduce, junto con el zikr al éxtasis, con frases como “Allah, Allah”.

Todo este proceso de danza y canto, no es otra cosa que alcanzar un alteramiento de la consciencia, una especie de lo que los antiguos chamanes conseguían con otras técnicas y que conducían al abandono de los sentidos para su comunión con Dios.
Estas ceremonias se celebran con música, a través de la cual entran en trance, mientras giran cambiando de lugar.

Así se llevan a cabo las danzas en Turquía, donde todavía mantienen un grado de autenticidad.
En Egipto se han transformado en un espectáculo turístico.

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