LEYENDA DE LA COVA D'EN XOROI
Está historia ocurrió en la cova d'En Xoroi, en Menorca, llamada así por el apodo de un hombre. Pasó en una época en la que el amor imposible vivido por los protagonistas, no podía tener otro final que la muerte.
La comarca, las casas, eran asaltadas. alimentos, muebles, ganado... eran el botín de un hombre que nunca había visto nadie. Eran tiempos difíciles y los robos no sorprendían, siempre que lo robado no excediera el límite marcado por el hambre de una persona.
Sin embargo, el día que una doncella de Biniedris no volvió a casa, al caer la tarde, preocupo a la comarca. La muchacha no regresó y su desaparición quedó envuelta en el misterio mientras una sospecha que nadie se atrevía a confesar quedo flotando en el aire.
El paso de los años no logró borrar el recuerdo de la doncella, al contrario los robos se sucedían con mayor frecuencia, y lo robado preocupaba a los payeses.
Un invierno especialmente crudo, brindo una solución inesperada. La nieve cubría los campos y sobre ella huellas de unas pisadas, conducían al borde del acantilado.
Debió ser una proeza para los que seguían las huellas llegar hasta la cueva abierta en la pared. En su interior alguien se defendía ferozmente, con la rabia de un desesperado, en un intento de que nadie entrará a la cueva.
Al fin, los hombres penetraron. Allí estaban los enseres robados, la desaparecida doncella y el triple fruto de su amor con el hombre, que cogiendo al mayor de sus hijos, se arrojó al mar, desapareciendo al pie del acantilado.
Alguien vio que el hombre era xoroi, es decir, que le faltaba una oreja. Nunca nadie supo nada más de él. La doncella y sus otros dos hijos fueron trasladados a Alaior, donde se dice que aún viven descendientes de la pareja.
La comarca, las casas, eran asaltadas. alimentos, muebles, ganado... eran el botín de un hombre que nunca había visto nadie. Eran tiempos difíciles y los robos no sorprendían, siempre que lo robado no excediera el límite marcado por el hambre de una persona.
Sin embargo, el día que una doncella de Biniedris no volvió a casa, al caer la tarde, preocupo a la comarca. La muchacha no regresó y su desaparición quedó envuelta en el misterio mientras una sospecha que nadie se atrevía a confesar quedo flotando en el aire.
El paso de los años no logró borrar el recuerdo de la doncella, al contrario los robos se sucedían con mayor frecuencia, y lo robado preocupaba a los payeses.
Un invierno especialmente crudo, brindo una solución inesperada. La nieve cubría los campos y sobre ella huellas de unas pisadas, conducían al borde del acantilado.
Debió ser una proeza para los que seguían las huellas llegar hasta la cueva abierta en la pared. En su interior alguien se defendía ferozmente, con la rabia de un desesperado, en un intento de que nadie entrará a la cueva.
Al fin, los hombres penetraron. Allí estaban los enseres robados, la desaparecida doncella y el triple fruto de su amor con el hombre, que cogiendo al mayor de sus hijos, se arrojó al mar, desapareciendo al pie del acantilado.
Alguien vio que el hombre era xoroi, es decir, que le faltaba una oreja. Nunca nadie supo nada más de él. La doncella y sus otros dos hijos fueron trasladados a Alaior, donde se dice que aún viven descendientes de la pareja.
2 comentarios :
Mira que hay leyendas en tu isla...
Busca que seguro que tienes mil leyendas que contarnos. Un beso.
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