LAS COSAS DE ARISTÓTELES II
CONTINUA...
La sangre menstrual es un residuo alimenticio debido a la falta de calor en el cuerpo femenino: “En un ser más débil debe producirse necesariamente un residuo más abundante cuya cocción sea menos acabada”.
El esperma masculino es cocido por el cuerpo del hombre a partir de la sangre y su equivalente en la mujer es la sangre menstrual, un licor que no ha sufrido dicha metamorfosis.
El padre y no la madre es quien introduce el alma sensitiva al embrión, así como su forma y género. El hecho de que un hijo varón se pareciera a su madre y a los antepasados de ésta puede explicarse por un fracaso en la transmisión de la forma del padre debida a su astenia o a la vacilación de su potencia. Aristóteles tacha de monstruos a los que no se parecen a su padre.
Las mujeres no sufren hemorragias nasales ni hemorroides porque sus venas son menos vigorosas que las de los hombres.
La mujer no razona, cambia de opinión fácilmente, incumple su palabra, grita y llora con facilidad.
El hombre por el contrario, razona y aplica la lógica debido a que piensa con la cabeza, las féminas no razonan porque piensan con la matriz.
6 comentarios :
Ari, Ari, Ari...¡queremos un hijo tuyo!!! eso cantarían las griegas detrás de él...
A sus alumnos les llamaban peripatéticos, pero él era simplemente patético, aunque también es cierto que no se le puede juzgar con los puntos de vista actuales...
Recuerdo en la Universidad (hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana...) a un profesor de Física que, categórico, afirmó: "Aristóteles retrasó el avance de la Física en 2000 años"...
Se refería a la afirmación del estagirita (así le decían, pues nació en Estagira), sobre la supremacía del razonamiento sobre la experimentación. Aristóteles afirmó que los objetos caían más deprisa según su peso, y ponía como ejemplo las plumas de ave contra las piedras. Por supuesto nunca experimentó con piedras de diversos tamaños y no contaba con el diseño aerodinámico de las plumas.
Por supuesto, no es posible juzgar a un hombre en cuya época la mayor gloria a la que podía aspirar un hombre era a morir en batalla, en la que la mujer era sólo para criar a los hijos y una sociedad, muy concretamente, que valoraba (y fomentaba) el amor homosexual masculino, por encima del heterosexual, pues era "entre dos seres más perfectos" (y porque convenía que en las guerras, los soldados se consideraran amantes entre sí, para protegerse... ejem).
Aristóteles es, a la vez, un guía y un hijo de su tiempo.
Más bien, son patéticos los abundantes seres que aún piensan como él...
Abrazos Centrífugos!
De buena mañana y leo la segunda parte de nuestro ídolo de masas, Aristóteles y me ha hecho sonreir.
Otra perla que dejó escrita fué que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho.
Que afortunadas somos las mujeres de hoy en día.
Mira lo que me encontré!!!
http://bestiaria.blogspot.com/2007/05/xhantipa.html
Llegué a este blog justo hoy, por recomendación de otro bloggero y me sorprendió llegar a la historia de Jantipa, esposa de Sócrates...
Abrazos Centrífugos!
Chicos corramos un tupido velo y digamos que eran otros tiempos, otras mentalidades y esperemos que no vuelvan, a pesar de que todavía quedan residuos, pocos, pero quedan.
Centrifugo muy bueno el enlace.
Un beso a los tres.
Bueno, en eso de que las mujeres cambian fácilmente de opinión no le faltaba razón...
Publicar un comentario