LOS ALCÁZARES

Ana©2007

Desde pequeña he escuchado en casa, relatar a mi padre sus veraneos en Los Alcázares (Murcia). Mi hermana y yo, nos quedábamos embobadas, escuchando sus aventuras de cuando era un niño, y dejaba Murcia y su calor, trasladándose sus padres, sus tres hermanos y él a pasar el verano.

Se proveían de todo lo necesario para montar la barraca; mantas, toldos, comida, frutas, verduras, conejos, pollos. Cuando llegaban, escogían el lugar donde acampar, descargaban, montaban la barraca y la acondicionaban por dentro. Dejaban espacio para que las calles estuvieran anchas.

A la caída de la tarde, se formaban tertulias, jugaban al dominó, a las cartas. Al amanecer, iban a bañarse y pasaban toda la mañana, jugando en la playa. Tenía tantas ganas de comprobar, si lo que había imaginado, se parecía a la realidad, que en uno de mis viajes anuales a Murcia, fuimos, queríamos ir con él.

No tenía nada que ver, es precioso todo, pero nada que ver con Los Alcázares de mi padre. Ni siquiera las casetas antiguas, que alquilaban, hay unas cuantas, pero no son las auténticas.

A pesar de eso, me encanta ir y rebozarme en la arena oscura del Mar Menor, (acostumbrada como estoy a la arena blanca). Y disfrutar del agua que tantísimas propiedades terapéuticas tiene.

El poder de la imaginación es distorsionar la realidad.