HISTORIA DE LA MOSTAZA-2
Plauto, que vivió 940 años antes de Jesucristo y contemporáneo
de Escipión el Africano y de Anibal, parece ser que odiaba tanto la mostaza
como Horacio el ajo. En su Pseudolus llama al sinapis (mostaza) un horrible
veneno que hace llorar a quien lo pulveriza, y hace expresar así a Astrofio en
su Truculentos “Si ese hombre se nutriera solo de sinapis no sería ni más
desagradable ni más lunático.
Plinio el Naturalista, aconseja que se mezcle la mostaza con
vinagre, en cuando a Columela, que vivió en el primer siglo de nuestra era,
explica una fórmula de mostaza parecida a como se elabora en la actualidad.
La invasión de los bárbaros y el derrumbamiento del Imperio romano
trajeron el olvido de todo el refinamiento, y ya no se menciona la mostaza
hasta Carlomagno, que habla de ella en sus Capitulares, mencionándola como una
planta cuyas hojas son comestibles.
En el siglo XIII, los “salseros” (fabricantes de salsas
variadas) llevaban las salsas a domicilio, ofreciéndolas a gritos por las
calles de París. El que quería salsear una vianda abría la ventana y llamaba al
pregonero, quedando servido al momento. Servían salsas de varios tipos: salsa
mostaza, salsa al ajo, salsa de cebolleta, salsa a la ravigote, salsa de agraz…
Pronto se impuso la mejor como la mostaza de Dijon. En las
fiestas dadas en 1336 al rey de Francia, Felipe de Valois, por el duque de
Borgoña, en un solo banquete se consumieron 300 litros de mostaza.
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