LA REBELIÓN DE LOS BÓXERS
El detonante de la rebelión de los Bóxers, la célebre revuelta
xenófoba desatada en China en la primavera de 1900, cuyo episodio más famoso,
el asalto a las legaciones extranjeras de Pekín, se vivió entre el 22 de junio y
el 15 de agosto fue la noticia, llegada desde Estados Unidos, de que una firma
neoyorkina había enviado a Pekín una comisión de expertos para estudiar la
demolición de la Gran Muralla, como símbolo de la apertura china al comercio y
el intercambio con el mundo.
La noticia, que causó un gran rechazo nacionalista en toda
China, no era más que una mentira inventada por cuatro periodistas: Al Stevens,
Jack Tournay, John Lewis y Hal Wilshire. Eran representantes de los cuatro
principales diarios de la ciudad de Denver que enviados por sus jefes a realizar
un reportaje sobre hoteles y estaciones de ferrocarriles, acordaron inventarse
la exclusiva de la estancia de los miembros de la comisión de estudio en Denver,
rumbo a la costa oeste, donde se embarcarían hacia China.
Al día siguiente, los cuatros periódicos publicaron en portada
la falsa exclusiva de los planes para el derribo de la Gran Muralla y esta noticia,
a través de las agencias, se distribuyó por todo el mundo, contribuyendo a poner
nerviosos de los ultranacionalistas chinos.
La rebelión causaría más de cien mil muertos en una terrible
ola de represión en todo el país.
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