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Los turcos emplearon en el siglo XV un cañón de aros de hierro que tenía que ser tirado por bueyes y maniobrado por 100 hombres, para aterrorizar a sus enemigos. El cañón disparaba balas de piedra de media tonelada.

Los gases y la bomba atómica, fueron considerados demasiado terribles para usarlos en la guerra. La primera arma que provocó tanto terror fue la ballesta. Los papas medievales trataron de prohibirla por inhumana (excepto contra infieles). Sin embargo, los reyes medievales la encontraron demasiado eficiente en batalla contra los cristianos como para descartarla.

La primera ametralladora fue inventada durante la Guerra Civil de los Estados Unidos por Richard Jordan Gatling, pero no fue adoptada antes del final de la guerra.

Los reyes de la antigua Escitia dividían el botín de la victoria según una simple relación matemática. Los soldados llevaban las cabezas de los enemigos que habían matado, y el número de éstas determinaba la parte que les correspondía. Quienes no presentaban cabezas no recibían nada.

Los cohetes que se mencionan en “La Bandera de las Barras y las Estrellas”, eran menos eficientes que las bombas. Tenían un alcance menor y eran tan imprecisos que tuvieron que ser abandonados, como armas, después de la Guerra de 1812. Los cohetes se hicieron importantes en la Segunda Guerra Mundial.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los Estados Unidos se clasificaba, contando la reserva, como el 19º entre las fuerzas armadas del mundo. Esto colocaba a los Estados Unidos después de Portugal, pero delante de Bulgaria.

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