29 de julio de 2024

MADAME D'AULNOY EN BAYONA

 

Marie-Catherine le Jumelle de Barnerville, baronesa D’Aulnoy, conocida como Madame D'aulnoy, (1651-1705) fue una escritora francesa, además de ser conocida por sus cuentos de hadas, también lo es por su relato del viaje a España, escrito en 1679.

Sobre el comienzo de su viaje por España dijo:

"Desde Dax fui a Bayona por el río, notando que los barqueros del Adur tienen la misma costumbre que los del Garona; es decir, que al pasar cerca de otros se echan pullas con tal afán, que antes renunciarían al precio de sus viajes que al gusto de aquellas rechiflas.

Recién llegada, supliqué al Barón de Castelnau, que me acompañaba desde Dax, tuviese a bien presentarme algunas señoras agradables con cuyo trato pudiera distraer mis impaciencias mientras esperaba las literas que debían enviarme de San Sebastián.

No le costó mucho trabajo complacerme, pues era muy considerado en Bayona por su nobleza y talento, y al otro día recibí la visita de muchas damas; es costumbre hidalga en este país visitar a los forasteros cuando se averigua su condición.

Aquí son las mujeres algo morenas, tienen los ojos brillantes y el carácter alegre; se presentan amables y cariñosas; el sol comenzó a vivificarlas con sus ardores. De buena gana daría yo muestras patentes de su jovialidad si hubiese comprendido lo que decían hablando unas con otras; porque no desconocen el idioma francés, pero tienen tal costumbre de usar el dialecto de su provincia, que difícilmente podrían expresarse de otro modo en sus conversaciones particulares.

Algunas de aquellas damas llevaban un lechoncito bajo el brazo, como nosotras llevamos nuestros perros falderos; cierto es que los cerdos estaban muy limpios y adornados con cintas y collares de muchos colores; pero de todas maneras, la costumbre resulta extraña, y estoy persuadida de que no todas las damas del país podrán sin repugnancia de su espíritu delicado acomodarse a tal uso. Cuando se decidieron a bailar fue preciso que soltaran a los ruines animales, los cuales armaron más ruido que un pelotón de diablos. Para la danza y a mi ruego, el Barón de Castelnau mandó a buscar gaitas y tamboriles.

Un hombre toca simultánea mente una especie de pífano y el tamboril, que es un instrumento de madera en forma de triángulo alargado, sobre el que se mantiene tirante una cuerda que se golpea con una palillo, produciendo un sonido semejante al del tambor.

Los caballeros que habían acompañado a las damas se colocaron cada uno al lado de la suya, y los contoneos empezaron en el círculo que formaban todos, asidos por las manos; luego se hicieron traer ellos bastones largos, soltándose las parejas y alejándose unos y otros por medio de pañuelos que, asidos por las dos puntas, los unían a distancia. Sus músicas tienen algo de agradable y muy original, y el son agudo de las gaitas, mezclándose con el sonido guerrero de los tamboriles, inspira cierta animación que aumentaba sin cesar entre los bailadores. Suponía yo que así se danzaba la pírrica de que nos hablan los antiguos, mientras aquellos señores hacían tantas guras y tales cabriolas, arrojando los bastones y recogiéndolos en el aire oportunamente, queme sería imposible describir su ligereza y agilidad. Yo los contemplaba gustosa, pero el baile se hacía interminable y aburrido para mí, su desordenado movimiento me fatigaba, y comprendiéndolo sin duda el Barón de Castelnau, hizo entrar varios azafates llenos de ricas y sabrosas confituras.

Sirviéronse muchas limonadas y otros helados que se tomaron en abundancia, y así terminó la fiesta. Al día siguiente fuimos a ver la sinagoga de los judíos, donde no encontré nada notable. Mr. de Saint-Pé, amable militar que había ido a visitarme, aunque muy molestado por la gota, me invitó a comer en su casa, y me sirvió manjares muy exquisitos. Este país se presta de admirable modo al agasajo, pues todo es en él abundante y barato. Asistieron al convite, con objeto de acompañarme, algunas damas principales. 

La vista que se descubre desde el castillo, donde hay numerosa guarnición, me pareció bella; el rio corre al pie de la fortaleza".

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