JULIO CÉSAR Y LAS MUJERES II
Parece ser que Cayo Julio César fue muy dado a la incontinencia y espléndido para conseguir los placeres sexuales de las mujeres, para ello sedujo a un gran número de mujeres de alto rango, entre ellas a Postumia, esposa de Servio Sulpicio; a Lolia, esposa de Aulo Gabinio; a Tertula, de Marco Craso; a Mucia, de Cneo Pompeyo.
A ninguna amó tanto como a la madre de Bruto, Servilia, a la que dió durante su primer consulado una perla que le había costado seis millones de sestercios, y en la época de las guerras civiles, además de otras donaciones, le hizo adjudicar a bajo precio las propiedades más hermosas que se vendieron en subasta. Cuando todos se extrañaron de esas ventas tan baratas Cicerón dijo: “Para que comprendáis bien la venta, se ha deducido la Tercia”, refiriéndose a que se decía que Servilia favorecía el comercio de su hija Tercia con Julio César.
En las provincias tampoco respetó, los soldados cantaban el día de su triunfo en las Galias: “ Ciudadanos esconded vuestras esposas, aquí traemos al adúltero calvo”.
Amó también a reinas, entre otras a Eunoe, esposa de Bogud, rey de Mauritania. Amó mucho más a Cleopatra, con la que prolongó comidas hasta el amanecer, la hizo venir a Roma y no la dejó marchar sin llevarse numerosos regalos y consintiendo que el hijo que tuvo de ella llevase su nombre, Cesarión.
Helvio Cinna, tribuno del pueblo, le dijo a muchas personas que tenía redactada y dispuesta una ley que César le mandó proponer en su ausencia, por la que se le permitiría casarse con cuantas mujeres quisiese para tener hijos.
Tan famosos eran sus adulterios que Curión padre lo llamó en un discurso; “marido de todas las mujeres y mujer de todos los maridos”.
6 comentarios :
Si tuviese una máquina del tiempo, César y Cleopatra serían una de mis numerosas visitas.
Un beso, Ana.
Era infiel con las mujeres, pero... ¡también con los hombres! Al parecer, al ilustre romano poco le importaba dejarse llevar por la pasión en brazos de un varón o de una fémina. De ahí la frase con la que finalizas tu entrada "marido de todas las mujeres y mujer de todos los maridos".
Un saludo!!
Merce no estaría mal tener una máquina del tiempo. Un beso.
C.G, o sea que se lo pasaba pipa. Un beso.
La energía amorosa de César, como bien dices Ana, era derrochada sin límites y a Suetonio debemos esa lista incompleta, que nos has mencionado, de matronas seducidas; incompleta porque habría que incluir vírgenes, esclavas, bárbaras y los que debieron haber sido los dos o tres amores de su vida, en particular, Servilia, a quien mencionas, cuyo hijo, Marco Bruto, aquel que habría de participar en el asesinato de César, siempre se rumoreó en Roma que había sido concebido por él. Y parece ser que cuando Servilia empezó a notar en César cierto cansancio de ella, quizá fue la inductora de meter en su lecho a su propia hija menor, Tercia, con el fin de reforzar los lazos que unían a César con Bruto, al que él amaba como un "hijo adoptivo".
Cleopatra fue un lujo oriental, una experiencia plena de sensualidad y de intereses políticos por ambas partes; él, que tenía entonces ya cincuenta quedó hipnotizado por los encantos de ella, que apenas tenía veinte.
En su viaje nupcial de dos meses de ensueño ella concebirá a su hijo Cesarión.
Pero hay otro episodio, uno juvenil, del largo tiempo que pasó en Bitinia en la corte del rey Nicomedes, de quien se cuenta que lo hizo su amante; se decía que era la "reina de Bitinia" y sus legionarios le hicieron objeto de burlas en una estrofa satírica.
Razón tenéis, Ana y C.G. Aparicio, al comentar la famosa frase.
Perdón por la extensión, Ana, y mil saludos.
Profedegriego, vamos que no perdía el tiempo. Un beso.
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