COLCHÓN
La historia del colchón viene de antiguo. Los griegos ya
reposaban sobre colchones de plumas de ganso o de cisne, que colocaban sobre
catres de tiras de cuero, que simulaban un somier actual. Los romanos
acolchaban sus lechos con colchones de plumas y recostaban la cabeza sobre
almohadas, también de plumas. Los romanos llamaban al colchón “torsus” y al
relleno “tormentum”.
Los colchones empezaron siendo un jergón de materia orgánica
como paja, hojas secas, palos… Esos colchones atraían todo tipo de insectos;
pulgas, chinches, etc., además de ratones. Para eliminar esos bichos los médicos
recomendaban comer ajo, también introducirlos en el colchón.
Leonardo da Vinci dejó constancia de su insomnio por culpa
del colchón, por lo que quiso buscar una solución, pero no la encontró.
El primer colchón, parecido al actual, data de finales del
siglo XV en que Guillermo Dujardin tapicero del rey de Francia, ideó una
colchoneta neumática por encargo del señor de La Motte Desguy, en 1478. Este tipo
de colchón era de hule impermeable.
En el siglo XVIII el inventó del colchón de muelles supuso
un gran avance. Al principio estaban fabricados con muelles cilíndricos en
lugar de cónicos y cuando se sentaban se deslizaban hacia el suelo. Los muelles
solían dispararse lastimando a sus usuarios. En el siglo XIX apareció el
colchón de muelles cónicos. Eran muy caros y solo los utilizaban en los hoteles
de lujo, las mansiones y los grandes transatlánticos. En 1929 ya era común el
uso del colchón de muelles en muchos hogares.
El inventor del colchón de agua fue Charles P. Hall, quien,
en 1967, lanzó al mercado su “waterbed”, provisto de un sistema de regulación
de temperatura del agua.
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