BAÑOS PÚBLICOS EN LA HISPANIA ROMANA
Uno de los principales lugares de reunión para los romanos
eran las termas o baños públicos. Además de la función recreativa y terapéutica,
también tenía una función social.
Las termas más importantes de Hispania era las de Caesaraugusta
en Zaragoza, las de Campo Valdés en Gijón, las de Clunia Sulpicia en Burgos y
las de Itálica en Santiponce, entre otras.
A estas termas acudían personas que no podían permitirse
tener un baño en casa, en ocasiones los emperadores concedían baños gratis a la
población. A estos baños gratuitos la población accedía por la zona de
vestuarios o apodyterium, a partir de ahí, no todo el mundo podía disfrutar de
los mismos servicios, ya que había debían disponer de esclavos para un buen uso.
Funcionaban de la siguiente manera: los clientes recibían
primero un masaje con aceite y, después de hacer unos ejercicios físicos, se
metían en el baño caliente o caldarium, que era calentado con hornos y
conductos subterráneos calientes. Después, pasaban a una sala donde se les
quitaba el aceite y pasaban por el baño tibio o tepidarium, y el baño frío o
frigidarium.
Las termas abrían al mediodía y cerraban a la puesta del
sol. En origen eran mixtos, pero a raíz de la práctica del cristianismo en el
Imperio Romano, la práctica empezó a ser considera inmoral por estimular los encuentros
eróticos entre sus consumidores, por lo que el emperador hispano Adriano, de la
dinastía antonina, prohibió los baños mixtos en 138 d. C.
A partir de ese momento, como no siempre había espacio
suficiente para construir baños de hombres y mujeres, se establecieron horarios
según el sexo del cliente.
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