LOS FUNERALES DE JULIO CÉSAR
Después del asesinato de Julio César, se fijaron los funerales. Se formó la pira en el Campo de Marte, al lado de la tumba de Julia, su hija y esposa de Pompeyo, y se construyó delante de la tribuna de las arengas una capilla dorada, en ella se colocaron un lecho de marfil cubierto de púrpura y oro, y a la cabecera un trofeo, con las ropas que llevaba al ser asesinado.
Sabiendo que no sería suficiente el día para el solemne desfile de los que querían llevar presentes fúnebres, se decidió que cada cual iría sin poner ningún orden y por el camino que quisiese a depositar sus dones en el Campo de Marte.
En los juegos se cantaron versos para provocar compasión hacia el muerto y odio a los asesinos y pasajes de la Electra de Atilio, que ofrecían las mismas alusiones. En lugar de elogio fúnebre, el cónsul Antonio hizo que leyese un heraldo los decretos del Senado que otorgaban a César todos los honores divinos y humanos.
Magistrados activos o que acababan de cesar en sus cargos llevaron el lecho al Foro, delante de la tribuna de las arengas. Unos querían que se quemase el cadáver en el templo de Júpiter Capitolino, y otros en la sala de Pompeyo.
De pronto, dos hombres, que llevaban espada al cinto y dos dardos en la mano, le prendieron fuego con antorchas, y enseguida todos empezaron a arrojar leña seca, las sillas de las tribunas de los magistrados y cuanto se encontraba al alcance de la mano. Los flautistas y actores, que para la ocasión habían revestido los trajes dedicados a las pompas triunfales, se despojaron de ellos, los hicieron pedazos y los arrojaron a las llamas.
Los legionarios veteranos arrojaron las armas con las que se habían adornado para los funerales, y la mayoría de las mujeres lanzaron sus joyas, las bulas (amuletos infantiles) y togas pretextas (toga para las ocasiones especiales, que podían llevar los niños menores de 16 años, los Senadores y los Magistrados) de sus hijos.
Multitud de extranjeros tomó parte del duelo público, acercándose a la hoguera y mostrando cada uno su dolor a la manera de su país, sobresaliendo los judíos, que velaron durante muchas noches las cenizas.
4 comentarios :
Curioso el entierro de Julio Cesar, aunque más curiosidad es saber quienes fueron esos misteriosos hombres que quemaron al Cesar. Creo que Cesar no se esperaba ni una muerte así, ni un entierro como el suyo.
Saludos¡¡¡
Javier tienes razón es muy curioso todo, es una pena que sea un misterio.
Gracias por tu visita y tu comentario. Un beso.
Todavía hoy es impresionante visitar en el Foro el ara de Julio César, donde fue incinerado; y siempre que he ido me ha impresionado ver las flores y poemas que le dejan allí aún hoy. ¡Increíble! Visita imprescindible a la historia, si vas a Roma. Ver foto en el blog de Ana V. Hoys.
Saludos, Ana.
Profedegriego tienes razón impresiona. Un beso.
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