REYES Y REINAS HITITAS
Entre los hititas, la mujer desempeñaba el único papel de cuidar de la casa y de los niños. En el caso de los reyes se consideraba que el heredero de la corona debía ser varón, y en el caso de que el monarca sólo tuviera hijas, el honor recaería sobre el marido de la mayor de las hijas.
Lo que nadie les negaba a las esposas de los reyes era que lo acompañaran en todas las ceremonias religiosas, y recibían el nombre de tawannanna (madre de dios). En el culto a la diosa Sol de Arinna, la presencia de la reina llegaba a ser más importante que la del rey.
Entre los hititas todo el poder lo tenía el rey, y a la reina le correspondían las migajas del mando cuando se daban unos motivos muy excepcionales.
Los reyes hititas tenían harenes reales. Aparte de la reina, exisitía una esposa de segundo grado, a la que se llamaba esirtu. Sus hijos podían heredar el trono, siempre que la reina no tuviera descendencia o ésta muriese pronto.
Existían otros dos tipos de mujeres, llamadas naptartu, que eran una especie de concubinas, cuyos hijos no tenían otro derecho que el de ocupar un buen cargo en el ejército o entre los funcionarios.
Los reyes hititas tenían prohibido casarse con una hermana o con una prima consanguínea. El que lo hacía podía ser condenado a la pena de muerte.
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