8 de diciembre de 2009

ESMERALDA

Existen testimonios de que ya en el año 1600 a. C., existía una explotación industrializada de esmeraldas en el Alto Egipto. Todas las grandes civilizaciones le otorgaron un lugar importante como ornamento y como amuleto.

Los aztecas, se hacían tallar sortijas de esmeraldas, y los sacerdotes y emperadores, sellos personales. En los templos dedicados a la Serpiente Emplumada (una de sus máximas deidades), la figura del ídolo solía verse tallada en una inmensa esmeralda.

Se dice que poseyeron piedras de tamaño tan desmesurado que nunca, ni antes ni después, los ojos humanos pudieron ver otras semejantes. El manto del emperador Moctezuma se hallaba tachonado de esmeraldas engarzadas en oro.

Existe una leyenda conocida como “Las cinco esmeraldas fatídicas de Moctezuma” que dice que, al caer vencido por los españoles, el emperador se vio despojado de cinco maravillosas esmeraldas que poseía. El número obedecía a que cinco fueron las siglos en que México estuvo dominado por los aztecas.

Cada una de las gemas había sido tallada representando figuras diversas. Una de ellas tenía forma de gigantesca rosa, otra de cuerno de caza, otra de pez y las dos restantes estaban talladas en forma de copa y podía beberse en ellas.

Hernán Cortés se apoderó de estas maravillosas piedras, despertando la codicia y provocando la muerte entre sus propios compañeros. A partir de entonces, su vida adquirió un signo negativo y comenzó su ocaso.

Según la leyenda eso ocurrió porque Moctezuma, antes de morir, maldijo a quien poseyera sus esmeraldas.

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