EL TALÓN DE AQUILES

Aquiles era hijo de la divina Tetis, a la vez hija del dios marino Nereo, y de Peleo rey de los mirmidones.

Tetis intentó hacer inmortal a su hijo, y, según el mito, baño al pequeño Aquiles en la sangre de un dragón. Esa sangre tenía la propiedad de volver invulnerable la piel que tocaba.

Pero la diosa cometió un descuido, al sumergir al niño de cabeza lo sostuvo de un pie, y esa pequeña zona del talón del niño, el talón de Aquiles, quedó sin mojarse.

El padre a ver a Tetis poniendo al niño sobre la sangre, lo rescató y se lo llevó al centauro Quirón, que vivía en los bosques de Pelión. Así fue como Aquiles fue educado por el centauro y, convirtió al muchacho en un magnifico atleta, un buen cazador, y enseñándole las artes de la medicina, alimentándolo sólo de entrañas de animales, añadiéndole miel para inspirarle la dulzura y la persuasión.

Un día tuvo que elegir su destino entre dos opciones; o bien una vida larga y oscura, o una breve pero de perdurable gloria. Como buen griego eligió breve vida y larga fama.

Aquiles marcho a la guerra de Troya, al frente de sus valientes mirmidones y con su amigo Patroclo. Allí se distinguió por su espíritu guerrero en los más difíciles combates. Y en esta tierra murió, casi al final de la larga guerra, alcanzado mortalmente en el talón por una flecha enemiga.