OJO DE GATO
Pertenece a la familia de los crisoberilos, debe su nombre al efecto óptico que produce cuando ha sido tallada en cabujón (piedra preciosa trabajada por pulimento y no por talla), un reflejo en movimiento que evoca la pupila de un gato. Los antiguos lo llamaban cimofano (apariencia de olas).
Es una piedra casi siempre translúcida y sus colores más frecuentes son el amarillo verdoso, el amarillo oscuro y el rojo con matices blancos. En las calidades superiores, las gemas, serán semis-transparentes y con un nítido ojo blanco, al ir girando la piedra, el ojo se moverá.
Es el símbolo de la ambivalencia, de las contradicciones, de la capacidad de disociarse, de abarcar a un tiempo dos tareas, de desdoblarse, de mostrar las múltiples personalidades de cada uno.
Como amuleto ha gozado de una fama contradictoria. Según los tiempos, las situaciones geográficas y las civilizaciones, se ha considerado que el ojo de gato favorecía la capacidad de observación, la perspicacia, la sagacidad, la habilidad y el control de los propios intereses. Pero también se lo ha incluido dentro del grupo de las piedras maléficas, creyendo que alienta la falsedad y la perversidad.
Se trata de una gema ambivalente, es decir, con respuesta positiva o negativa según las características de la persona que la lleva.
Es muy apta para proteger la salud de los niños contra las anginas. Los árabes consideraban que era uno de los talismanes más poderosos para defenderse del mal de ojo.
Procede de Sumatra, Malabar, Ceilán y Egipto. Sri Lanka y Brasil producen la mayoría de ojos de gato.
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