SER MADRE EN LA EDAD MEDIA
La maternidad era muy importante para la vida cotidiana y la
posición de la mujer dentro de la sociedad de la Edad Media. Concebir y educar
a los hijos era una de las principales tarea de las mujeres, aunque no se le
concedía ninguna importancia al embarazo y a la educación de los niños.
La sociedad medieval tenía la idea de que las mujeres y la bendición
de los hijos estaban unidas y que Dios había creado a las mujeres con el único propósito
de traer hijos, o sea, herederos, al mundo. Un buen matrimonio incluía muchos
hijos, una buena esposa, solo lo era si tenía hijos, y cualquier otra opción se
consideraba anormal. En cambio, durante la Baja Edad Media, se llegó a elevar a
los altares a los matrimonios virginales, no consumados, o sin descendencia, y
a santificar a las esposas estériles.
Las mujeres de la nobleza contaban con criadas y amas para
las tareas menores en el cuidado de sus hijos: limpiar, lavar, vestir, alimentar,
etc. Esto y que las mujeres medievales se casaran muy jóvenes dio como
resultado un gran número de embarazos y partos, con una media de 8 a 10 hijos
por mujer.
Las familias de campesinos y artesanos, las criadas,
parientes y los hermanos mayores colaboraban en la vigilancia y cuidado de los
niños, en estos casos las madres colaboraban en mayor medida que las madres
pertenecientes a la nobleza. Las mujeres de clase social baja o media
realizaban todo el trabajo en el cuidado de sus hijos: cambiar pañales, dar de
comer, lavar…, por esta razón el número de hijos era menor. Algunas veces, las
madres debían trabajar fuera de casa, ya que se consideraba más importante el
trabajo remunerado que el cuidado de los hijos.
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