NO ESTABAN MUERTOS
En una ocasión, un médico sexagenario enfermó de unas
fiebres cayendo al final en síncope, creyendo los médicos que había muerto. No solo
se prepararon los funerales, también se le iba a hacer la autopsia por expreso
deseo de sus hijos.
En el lugar se encontraban dos sacerdotes discutiendo a cuál
de ellos le tocaba oficiar el entierro. Otro médico que estaba fuera oyendo la
disputa de los curas, entró para calmar los ánimos y, por curiosidad destapó la
sábana del cadáver y aprecio un leve movimiento en el muerto. Le tomó el pulso,
acercó una llama a la nariz y la boca, y no encontró señal de vida.
Cuando ya pensaba que eran imaginaciones suyas, volvió a
notar algún movimiento, excitado, pidió un poco de vino, lo aplicó a la nariz
del fallecido, le metió unas gotas en la boca, pero tampoco hizo efecto. Cuando
de nuevo se iba a retirar, se dio cuenta que el muerto saboreaba el vino.
Le dio algunas gotas más, y cuál fue la sorpresa cuando el
muerto abrió los ojos, recobrándose milagrosamente. Segú contaba mientras había
estado muerto escuchaba perfectamente toda la pelea de los dos curas
relatándolo con todo lujo de detalles.
Otro caso de muerte aparente fue el de una señora que
padecía unas fiebres desde que era niña. Un día tuvo un accidente en el que dieron por muerta. La empezaron a lavar y amortajar,
dándose cuenta ella de todo sin poder hablar ni hacer ningún movimiento.
Una tía suya muy querida, se acercó a ella y llorando de
manera incontrolable, gritando, dándole besos, impresionando a la chica muerta
que profirió un grito, alertando a los médicos, que le aplicaron ventosas en
varias partes del cuerpo devolviéndole la vida. Después de esto vivió muchos
más años.
0 comentarios :
Publicar un comentario