EL PICAFLOR (LEYENDA MAPUCHE)
Hace muchos, muchos años, vivían en armonía Painemilla y
Painefilu, dos hermosas hermanas. Se separaron porque Painemilla se casó con un
príncipe mapuche y se marchó con su amor a tierras extrañas. En seguida quedó
embarazada y uno de los sacerdotes de palacio predijo que nacerían un varón y
una hembra, ambos con el pelo color oro. Cuando se acercaba el momento del
parto Painefilu fue a palacio para acompañar a su hermana.
Todo se complicó por los celos de Painefilu por la vida
fácil y llena de comodidades de su hermana, sentía envidia por todo lo suyo,
especialmente por el embarazo y por el amor del príncipe hacia su hermana. Disimulaba
sus sentimiento pero se sentía herida en lo más profundo de su ser.
El nacimiento de sus sobrinos la enloqueció y fue capaz de
hacer creer a su hermana de que había dado a luz una pareja de gatos; mientras,
introdujo a los recién nacidos en un cofre y los tiró en un río. Painemilla
estaba horrorizada con lo sucedido pues sabía que su marido no la perdonaría
jamás. El príncipe, al enterarse, mató a los gatitos y envió a su mujer a una
cueva para no verla nunca más. Painefilu siguió viviendo con él.
El cofre con los bebés navegó por el río pero protegido con
una espuma de Antü, dios del Sol, le proporcionaba desde el cielo, hasta que
fue encontrado por una pareja de ancianos. Cuando éstos abrieron el cofre
descubrieron a los hermosos bebés de los que destacaba su pelo de oro. Los
ancianos los cuidaron con mucho amor.
En cierta ocasión, el príncipe mapuche paseaba por la orilla
del río penando por los acontecimientos vividos y vio a dos jóvenes que jugaban
en el bosque. Recordó que podían ser sus hijos y les acarició el pelo,
descubriendo el pelo dorado de la profecía de sacerdote.
Por arte de magia se reconocieron los tres. El muchacho
acusó a su padre por expulsar a su madre del palacio y le exigió que ella
volviera a casa. Painemilla volvió y la familia no se separó jamás.
El castigo a Painefilu fue llevado a cabo por sus sobrinos,
que la ataron sentada en una enorme piedra transparente y pidió justicia a
Antü. Un rayo cayó sobre Painefilu quedando reducida a cenizas. Un trocito de
su corazón no llegó a quemarse, convirtiéndose en colibrí o picaflor, que según
los mapuches predice la muerte.
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