ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DURANTE EL PAPADO DE AVIGNON
El Papado de Avignon o Aviñón
fue entre 1309 a 1378, durante el cual siete papas residieron en Avignon,
Francia, en lugar de en Roma. Esta situación nació del conflicto entre el
Papado y la corona francesa.
Estos papas acometieron la
tarea de constitución de una burocracia sólida y bien organizada, capaz de
atender las relaciones internacionales, entender en los asuntos eclesiásticos
de todas las naciones de la cristiandad y administrar los bienes pontificios.
Llegaron a contar con la mejor administración de las de su época, que sirvió de
modelo, en muchos aspectos, para otras monarquías.
La administración central de
la monarquía pontificia estaba integrada, por cuatro organismos: Cancillería,
Cámara, Justicia y Penitenciaría.
La Cancillería era el
conjunto de oficinas encargadas de la expedición del importante volumen
documental emitido por el Pontificado. Estaba dirigida por el vicecanciller,
que normalmente era un abad u obispo al que solía concedérsele el cardenalato.
A sus órdenes se hallaba un numeroso personal, que incluía notarios,
abbreviatores, scriptores, bullatores, registradores y diversos subalternos
necesarios para el complicado recorrido que experimentaba un documento emitido
por la Santa Sede.
Los documentos expedidos por
la Cancillería eran redactados una primera vez de forma resumida, depositándose
en ellos los datos principales por los abbreviatores. Ese sumario, la minuta, pasaba a otra dependencia llamada la
grossa, ese nombre hacía referencia a que en ella el documento se redactaba de
forma definitiva con inclusión de las fórmulas cancillerescas (littera
grossata) en la que trabajaba un considerable número de scriptores. El
documento ya redactado era revisado por otros funcionarios, que comprobaban la
corrección de su redacción y su concordancia con la minuta. Una vez aceptada
era clasificada para su lectura ante el Papa o antes los auditores, según su
importancia.
Entonces era el momento de
sellar y registrar el documento. Los encargados de esa tarea eran los “bullatores”,
que eran conversos cistercienses (religiosos con votos, no monjes, se dedicaban
a la oración y al trabajo manual).
La Cámara era el organismo
financiero, una especie de Ministerio de Hacienda. Al frente de la Cámara se
encontraba el camarero, que era la persona más importante de la curia
pontificia. El camarero era siempre un obispo al que se le otorgaba el capelo
cardenalicio. Vigilaba la gestión económica, autorizaba los libramientos,
supervisaba las cuentas y recibía las liquidaciones de los colectores apostólicos.
Era un alto consejero del Papa, especialmente en las relaciones
internacionales.
Bajo su dirección se
encontraba un buen número de funcionarios, desde los más humildes rangos a los
importantes consejeros de Cámara. Entre ellos el tesorero, normalmente obispo,
el maestre de la moneda, fiscales, notarios, auditores, etc. Disponía de cárcel
propia.
La administración de justicia
se componía además del tribunal de la Cámara, que actuaba en las cuestiones
económicas y fiscales, también estaba el tribunal de la Rota, los
cardenalicios, el Consistorio, y el tribunal de réplicas.
La Penitenciaria completaba
la administración central. Era la encargada del estudio y concesión de
dispensas de edad, de parentesco, de inhabilidad, de imponer y levantar las censuras
eclesiásticas, etc. A su frente un penitenciario, cardenal presbítero o
cardenal obispo, que contaba con su propia cancillería, su cuerpo de legistas y
un grupo de penitenciarios menores, encargados de oír las confesiones y otorgar
absoluciones y dispensas, si estaban en su jurisdicción, o remitirlas al
penitenciario.
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