DÍA DE DIFUNTOS
En el siglo V, la Iglesia establece la carta funeraria de Occidente, donde dice que las tres maneras de honrar a los difuntos son: rezar, celebrar la eucaristía y dar una limosna en honor a los difuntos. A la iglesia sólo le preocupaba la muerte del alma, ya que la extinción del cuero significa que el alma se libera de su envoltorio carnal para alcanzar el reino de Dios.
En los siglos VIII y IX, se empieza a condenar las prácticas funerarias paganas. Las misas de difuntos y las plegarias se extienden por todo Occidente. Los cementerios medievales, consagrados y bendecidos sometidos a la autoridad eclesiástica, fueron quedando reservados a los fieles.
Los monjes de la época carolingia se convirtieron en los intermediarios del paso de la vida a la muerte practicando la última confesión, la extremaunción y redactando últimas voluntades.
En el siglo XI, con el fin de unir y controlar las prácticas y el calendario funerario, los monjes de Cluny, inventan una fiesta anual, la Fiesta de los Fieles Difuntos (Día de los muertos, Día de Difuntos), el 2 de noviembre.
A partir del siglo XIII, los ritos funerarios de la iglesia triunfan. Los cuerpos de los difuntos abandonan las casas por las iglesias; los funerales. Los cementerios se llenan de tumbas, estatuas yacentes, criptas, etc.
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