24 de febrero de 2025

MÁQUINA DE VAPOR

 

La primera máquina de vapor fue construida en 1795 por Thomas Newcomen y su ayudante John Calley. Aplicaron el principio de Savery de condesar el vapor en el cilindro para el golpe descendente del pistón.

Su máquina aportó, además de importantes innovaciones, un ingenioso sistema de válvulas para regular la introducción del vapor en el cilindro y la inyección de agua fría para condensarlo.

Newcomen no pudo patentar su máquina hasta 1716, los que tenían la patente de Savery se aprovecharon de su invento durante diez años. Pero al final, Newcomen pudo formar una compañía para impulsar la adopción de su máquina por la industria, alcanzando el éxito muy pronto, ya que muchas de ellas fueron aplicadas al desagüe de las minas de carbón. Con el tiempo el invento atraería la atención del ingeniero John Smeaton, quien le añadió importantes mejoras.

Smeaton era un hombre con un gran sentido práctico y que daba importancia a los detalles. Observó la máquina de Newcomen, le gustó, pero no estaba del todo satisfecho, por lo que experimentó con una máquina especialmente construida para él en Austhorpe, en 1769. Sus observaciones y sus acabados análisis matemáticos del funcionamiento, le trajo un gran rendimiento de la máquina de vapor, obtenido sobre todo a un rediseño de la caldera, del horno y del procedimiento de encendido.

En 1772, entregó los resultados de sus experimentos, sus indicaciones y los planos, recomendó valores para el diámetro del cilindro, la longitud del émbolo, el número de golpes de émbolo por minuto, el tamaño de la caldera, la cantidad de agua introducida, la temperatura del agua inyectada y hasta el consumo de carbón…, para la construcción de máquinas entre uno y 78 caballos de fuerza.

El mismo construyó en 1774 una máquina de 76,5 caballos de fuerza, la más poderosa lograda hasta ese momento. Pero, para entonces, la máquina de Newcomen que él había contribuido a desarrollar tenía los días contados, ya que habían aparecido los diseños mejorados de James Watt, que serían los que al final se impondrían.

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