LA MUERTE DE HITLER
A finales del mes de abril de 1945, Berlín, capital del
Tercer Reich, estaba rodeada por el ejército soviético y una gran cantidad de
bombas caen sobre la ciudad. El dueño del atroz régimen nazi, Adolf Hitler,
sabía que la situación era desesperada. Encerrado en el refugio antiaéreo situado debajo del
edificio de la Cancillería, sede del gobierno, sintiéndose perdido, decide
poner fin a su vida.
A partir del 23 de abril, Hitler informó a Keitel,
comandante en jefe de las fuerzas armadas, y a Speer, ministro de armamento, su
decisión de suicidarse y de hacer desaparecer su cuerpo. No quería que sus
restos sirvieran de espectáculo. En la noche del 26, los rusos comenzaron a
bombardear la ciudad y estaban a solo dos kilómetros de la Cancillería.
El día 28, Hitler redactó dos testamentos, uno personal y
otro político, en el cual nombró al almirante Dönitz como su sucesor. Al día
siguiente, recibió la noticia de la muerte de Mussolini, quien había sido su
aliado desde el inicio. Desde ese momento Hitler preparó su minuciosamente su
suicidio.
Primero hizo matar a su perro. El 29 de abril, se casó con
su compañera Eva Braun y, al día siguiente, después de despedirse de su estado
mayor y de sus últimos partidarios, se retiró con su mujer a sus habitaciones.
Se escuchó el ruido de un disparo. Después de una breve pausa, sus familiares,
que esperaban delante de la puerta, entran en la habitación. Hitler está
tendido sobre el sofá, cubierto de sangre. Se disparó una bala en la boca y
perdió la mitad de la cabeza, Eva Braun está tendida a su lado, murió
envenenada.
Los dos cadáveres fueron transportados al jardín, las
salidas se cerraron para que solo algunas personas pudieran asistir a las
exequias. Vertieron 180 litros de gasolina sobre los cadáveres, que ardieron
durante todo el día. Cuando los rusos entraron en el bunker encuentran algunos
cuerpos pero, no el de Hitler y Eva.
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