15 de octubre de 2020

FORMAS DE MORIR-2


En la Exposición Panamericana de Búfalo, en 1901, el presidente William McKinley recibió a una fila de ciudadanos, a cada uno de los cuales estrechaba la mano. En la fila se encontraba un hombre que tenía una mano cubierta por un pañuelo. Ninguno de los dos hombres del Servicio Secreto que custodiaban al presidente tuvo la curiosidad suficiente como para ver que había debajo del pañuelo en la mano del hombre, León Czolgosz, un anarquista. Lo que tenía era un revolver cargado, y cuando el presidente extendió su mano para saludarle, Czolgosz disparó dos veces. McKinley murió una semana después.

A través de la puerta y las ventanas, supuestos asesinos dispararon sesenta y tres balas en el dormitorio de León Trotsky, el cual formaba parte de una casa que parecía una fortaleza, en la ciudad de México. Gracias a la advertencia que se le hizo momentos antes, Trotsky y su mujer escaparon sin ningún daño escondiéndose bajo la cama. Después, en el mismo año, 1940, Trotsky fue asesinado por un hombre que usó un piolet, y que se había ganado la confianza del antiguo revolucionario ruso. El asesino tenía como nombre Jacques van den Dresch, pero era solo su alias. Su verdadera identidad permanece desconocida.

El revolucionario Georges Jacques Danton puede haber sido un presumido o estar enfadado cuando dijo en la guillotina: “Asegúrate de mostrar bien mi cabeza a la multitud. Pasará mucho tiempo antes que identifiquen el parecido”. El caso de nerón fue de presunción total: “Qualis artifex pereo” o “¡Qué gran artista pierde el mundo!”. Sir Walter Raleigh, sintiendo el filo del hacha, murmuró: “Es un remedio afilado, pero seguro, para todos los males”. Ana Bolena dijo: “El verdugo es, según creo, muy experto y mi cuello muy delgado”. Luis XVI dijo en el patíbulo: “Que mi sangre cimiente tu felicidad”. Beethoven, que estaba sordo, decía: “En el cielo oiré”. Dennis Diderot fue filósofo hasta el fin: “El primer paso a la filosofía es la incredulidad”.

La historia de los indios Temple Mound, del valle del Misisipi, conocidos por una gran abundancia de restos arqueológicos, es un gran misterio. Alrededor del siglo XVI, desarrollaron un culto apocalíptico a la muerte, y antes que los invasores españoles pudieran conquistarlos, murieron todos los miembros de esa organización. No existe una explicación convincente para su desaparición.

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