25 de octubre de 2020

EL GENERAL GEORGIOS HATZIANESTIS Y SUS LOCURAS

 

En 1919, al no conseguir todos los territorios que deseaba, entre ellos Estambul, después de la Primera Guerra Mundial, Grecia declaró la guerra al nuevo estado turco, surgido de los restos del Imperio Otomano. Por razones políticas, el gobierno griego, comandado por Eleuterio Venizelos, eligió como jefe supremo de las Fuerzas Armadas al general Georgios Hatzianestis (1863-1922), de cincuenta y seis años, que fue considerado muy competente al inicio de su carrera, pero que en ese momento no tenía sus facultades mentales en muy buen estado.

Las tropas rivales las dirigía Mustafá Kemal Atatürk, considerado el padre de la patria turca. La única consigna de Mustafá era: ¡Hacia el Mediterráneo, adelante!

Entre los días 26 y 30 de agosto sucedió la batalla de Dumlupinar, Los turcos iniciaron el ataque y cuando las tropas griegas esperaban las órdenes para contraatacar, no llegaron porque el general Hatzianestis, acostado por unas fuertes neuralgias, las dirigía desde un yate atracado en el puerto de Esmirna.

Padecía un trastorno y deliraba con que sus piernas eran de vidrio o azúcar y por eso no quería levantarse de la cama temiendo rompérselas nada más pisar el suelo. Al final tomó la decisión de que había muerto, por lo que, según él, un muerto no podía dar órdenes.

A pesar de que Hatzianestis fue sustituido, era demasiado tarde, la derrota de los griegos había llegado. El general fue condenado a muerte y fusilado. Para colmo del disparate, la comandancia suprema del Ejército griego recayó en el general Tricoupis, que se enteró de la noticia después de haber caído en manos de los turcos durante la misma batalla de Dumlupinar.

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