31 de octubre de 2020

EL CARNAVAL EN EL SIGLO DE ORO

 

El carnaval variaba su duración, no tenía fecha fija (como en la actualidad). Podía empezar desde el 7 de enero (San Antón) al 2 de febrero (la Candelaria) o como en Sevilla, el 20 de enero (San Sebastián), acababan siempre el día antes al miércoles de ceniza.

El carnaval en el Siglo de Oro tenía un significado religioso. Se trataba de destacar la libertad de comer carne antes de la Cuaresma. La fiesta tomó implicaciones psicológicas y sociológicas de cambio social, con la ridiculización de las jerarquías, de liberación de instintos, de evasión. La larga lista de prohibiciones entre 1585 y 1776 da una idea de lo peligroso de algunas de sus insinuaciones.

Las máscaras de carnaval aparecieron en los siglos XV y XVI en Italia y rápidamente se difundieron por Europa. El disfraz era la parte fundamental de los carnavales. Muy conocidas fueron en el siglo XVII las mojigangas, especie de comitivas de personas cubiertas con disfraces ridículos de animales. Se componían letras con textos satíricos y burlescos.

En carnavales la violencia se desataba. Las costumbres carnestolendas alcanzaban niveles de salvajismos: el juego del gallo, tiras aguas inmundas, huevos podridos a los viandantes, soltar cerdos, introducir estopas encendidas en las orejas de los caballos, muerte de perros y gatos, arrojar polvos irritantes a los ojos, la práctica del manteo… En las crónicas del 21 de febrero de 1637 cuentan que están alegres porque en la última noche de carnaval han muerto solo cinco personas.

La fiesta de carnaval acababa con un festín monumental y la confrontación de don Carnal con doña Cuaresma. En Madrid, el carnaval acababa con el entierro de la sardina, inmortalizado por Goya, y que celebró hasta 1936.

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